martes, 12 de enero de 2010
EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (17-1-10)
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El texto del evangelio es de Jn 2, 1-11 y dice lo siguiente:
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino”. Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dijo a los sirvientes: “Haced lo que él diga”. Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: “Sacad ahora y llevádselo al mayordomo”. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
* Este es el primer signo de Jesús. Signo es como llama el evangelista Juan a los milagros de Jesús. Signo que indica que Jesús va más allá de las leyes naturales, que muestra su carácter divino. Signo que no hizo Jesús para lucirse sino para acrecentar la fe de sus discípulos.
* Este fue el primer “matrimonio en la Iglesia” y allí estaban Jesús y su madre, participando de la fiesta del amor y la unidad, participando de la gran fiesta de la familia, participando de la alegría de la fiesta, para indicarnos que el cristianismo es alegría, que el cristiano siempre debe estar alegre.
* Las tinajas que estaban allí eran para contener el agua que necesitaban los judíos para purificarse de sus pecados. Jesús cambia las lamentaciones del pecado por la alegría que produce el vino.
Si somos tinajas vacías debemos dejarnos llenar por el agua viva de Jesús.
Dios no nos pide cosas difíciles, el agua de nuestro corazón entregársela para que él la cambie en vino.
En esta transformación, el agua se convierte en vino; en otra transformación el agua se convertirá en la sangre de Jesús.
* María, siempre pendiente de las necesidades de los hombres, le insinúa a su hijo esas necesidades “no tienen vino” y nos indica el camino para cambiar, para acercarnos siempre a él “haced lo que él diga”. Debemos aprender de María a estar pendiente de las necesidades de los demás y a seguir el camino que nos indica, el camino de Jesús.
María, madre e intercesora nuestra, media por nosotros para que no nos olvidemos de que el amor es el camino de la paz, la fuente de la felicidad, aunque sea entre luchas y esfuerzos de comprensión.
Estos puntos ayudan a iniciar la reflexión, a partir de ahora esperamos vuestras aportaciones que nos abran nuevos horizontes y nos acerquen a una comprensión más completa de la Palabra.
Muchas gracias a todos por vuestra participación.
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