lunes, 9 de febrero de 2009

RELATOS LAURETANOS III

Hoy es nuestro Hermano Mayor el que nos envía un relato lauretano....uno de los muchos que en su dilatada vida en la Hermandad a podido vivir en primera persona: Aplaudo y me llena de alegría los testimonios tan edificantes y cargados de sentimiento que han salido a la luz desde esta ventana de la actualidad y el sentimiento lauretano. Contar los milagros de la Virgen es casi una obligación de quienes se sienten profundamente mariano y digo milagros porque para los cristianos no existe la casualidad sino la causalidad, nada es casual todo tiene su causa. En mis cerca de cuarenta años de pertenencia a mi querida Hermandad he asistido a muchos momentos en los que he visto la mano intercesora de la Virgen, muchas vivencias ocultas, muchos secretos a voces, muchos coincidencias intencionadas. Aún recuerdo aquel cuadro de ex-votos, con piernas de plástico, ojos de metal, manos de cera, etc, que se mostraba junto al viejo altar de la Virgen de Loreto y el Santo Ecce-Homo, entre oscuridades de tinieblas del añorado y ya desaparecido templo de San Pedro, como testigo mudo de cuanto se consigue con esa fe que verdaderamente mueve montañas. De todos esos milagros recuerdo aquel que se produjo en 1981. Habíamos llegado de nuevo al barrio y el barrio se había volcado con su Virgen de Loreto, la recogida había sido multitudinaria, la ofrenda de flores de aquel año llenó por completo el templo de niños de la feligresía con ramos en sus manos y llegó el día de la Virgen que se preparó con gran entusiasmo, la banda de Santa Marta se nos ofreció para recorrer las calles del barrio en una diana floreada que diera carácter festivo a la jornada, por la tarde antes de la Función Solemne tocarían algunas marchas ante la fachada invitando a los vecinos a la participación en la celebración religiosa. Aquel año de 1981 habíamos sufrido una tremenda sequía hasta el punto que llegado el mes de diciembre aún no había caido ninguna gota, motivo por el cual, las autoridades eclesiástica solicitaron rogativas por las deseadas lluvias. Así lo hicimos, los tres días del Triduo se pidió insistentemente por el beneficio de la lluvia y cual fue nuestra sorpresa cuando el día de la Virgen, el 10 de diciembre de 1981, cayó tal cantidad de agua que la banda de Santa Marta tuvo que suspender tanto el acto de la mañana como el de la tarde, la lluvia ya no nos faltó y a los cofrades de Loreto nos quedó la satisfacción de que una vez más la Reina de los Cielos nos había oído.

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