sábado, 9 de mayo de 2020

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 5º DE PASCUA – CICLO A – (10-5-2020)

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-12


“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»

Tomás le dice:

- «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»

Jesús le responde:

- «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»

Felipe le dice:

- «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»

Jesús le replica:

- «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre».”



CREED

“La Palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho el número de los discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe” (Hech 6,7). El libro de los Hechos de los Apóstoles da cuenta de la elección de los siete “diáconos” de lengua griega para que atiendan a los hermanos procedentes de esa cultura. Una apertura totalmente necesaria.

A continuación, se incluye esa nota sobre el crecimiento de la comunidad de Jerusalén. No solo aumenta gracias a los griegos. Entre los hebreos hay también muchos sacerdotes que han llegado a creer en Jesús como el Mesías de Dios.

El redactor del libro parece maravillado por lo que ha sucedido. Su narración suscita la acción de gracias por la misericordia de Dios, que se alaba en el salmo responsorial (Sal 32).

La primera carta de Pedro, que seguimos leyendo en este tiempo pascual, nos dice que todos los que reconozcan al Señor como la piedra angular, no quedarán defraudados. Para los creyentes es una piedra de gran precio (1Pe 2,4-9).


LA META Y EL CAMINO

El evangelio de este 5º domingo de Pascua nos sitúa en el cenáculo para recordarnos una solemne invitación de Jesús a sus discípulos: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí” (Jn 14,1). Ante estas palabras dos discípulos se atreven a dirigirse a Jesús con unas palabras que bien podrían ser las nuestras.

• Tomás confiesa que no sabe adónde va Jesús y, por tanto, tampoco puede conocer el camino. También nosotros damos la impresión de haber olvidado el horizonte al que Cristo nos conduce. Demasiadas veces parecemos perdidos y descaminados. Ignoramos que solo él es el camino, la verdad y la vida.

• Felipe solo desea que Jesús les muestre al Padre. También en ese anhelo nos sentimos representados nosotros. Rezamos al Padre si nos vemos agobiados. Pero no reconocemos la

paternidad de Dios si las cosas nos van mal. No hemos descubierto aún la necesidad de arrepentirnos y regresar a su casa. No hemos visto en Jesús el rostro misericordioso del Padre.


LA FE Y LAS OBRAS

Así pues, la invitación a creer es el tema clave en este domingo. Es también la clave de toda nuestra vida cristiana. Esta es la promesa de Jesús: “En verdad en verdad os digo: el que cree en mí, también el hará las obras que yo hago, y aún mayores”.

• “Creer en Jesús”. Ese ideal de vida implica aceptarlo como nuestro Maestro y nuestro Salvador. Jesús es el Señor. Acogemos su palabra y damos gracias por su ejemplo. Creemos que él vive y camina con nosotros.

• “Hacer las obras de Jesús”. Esa es nuestra vocación y es también nuestro mejor deseo. Sabemos que, por brillantes y eficaces que parezcan a simple vista, nuestras obras son bien poca cosa si no coinciden con las suyas

• “Hacer obras mayores que las suyas”. Esa promesa nos parece poco probable. Y, en efecto, solo será posible gracias a la exaltación de Jesús (Jn 12,31), que, una vez levantado en alto, reunirá a los hijos de Dios dispersos (Jn 11,52).

- Señor Jesús, no queremos olvidar esa exhortación con la que tú nos invitas cada día a creer en Dios y a creer también en ti. Te rogamos que mantengas viva nuestra fe y nuestra confianza. Y que nos envíes tu Espíritu para que podamos suscitar esa fe en medio de nuestro mundo. Amén. Aleluya.

José-Román Flecha Andrés.

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