viernes, 6 de diciembre de 2019

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: 2º DE ADVIENTO SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN – CICLO A – (8-12-2019)

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38


“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:

- Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo:

- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?

El ángel le contestó:

- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.”



DONDE LA GRACIA ESTÁ

“Reina y Madre, Virgen pura, que sol y cielo pisáis, a vos sola no alcanzó la triste herencia de Adán. ¿Cómo en vos, Reina de todos, si llena de gracia estáis, pudo caber igual parte de la culpa original? De toda mancha estáis libre: ¿y quién pudo imaginar que vino a faltar la gracia en donde la gracia está?” Es hermoso este romance de Francisco de Borja (1577-1658) que recitamos en la fiesta de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen.

En el tiempo del Adviento, la fiesta de la Concepción Inmaculada de María nos alienta en el camino de la esperanza. Somos conscientes de nuestros errores y pecados. A pesar de ellos, Dios ha querido ofrecer a la humanidad un horizonte de perdón y de misericordia, de gracia y de belleza.

Esta fiesta de María nos lleva a celebrar esta nueva creación. Nuestra oración de hoy brota de una íntima alegría. La de saber que lo que perdió EVA, “la madre de todos los que viven”, ha sido felizmente recuperado gracias al AVE que el ángel Gabriel dirige a María, Madre de todos los redimidos.


LLENA DE GRACIA

Hoy se proclama el relato evangélico de la Anunciación a María. En él escuchamos las palabras que le dirige el ángel del Señor: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios”. Ese saludo convierte a María en imagen de todo el género humano. Con él se inicia el gran Adviento de la historia humana. Con él renace la esperanza.

Desde lo más hondo de su existencia, María refleja fielmente la misericordia de Dios y sabe traducirla en fidelidad. Dios nos crea y nos sostiene. María gozó durante toda su vida de la plenitud de la gracia y de la salvación. Fue una persona fiel en todo al proyecto de Dios. También a nosotros, Dios se nos da gratis, pero espera nuestra respuesta.

La sintonía de María con la salvación ofrecida por Dios a la humanidad es un don gratuito, pero encontró en ella una respuesta libre y generosa. Muy pobre es nuestra fe si superar el temor no nos ayuda a aceptar el don de la gracia que Dios nos ofrece cada día.

La humanidad no tiene nada que temer a Dios. Dios no es un enemigo de la causa y de la libertad humana. Dios nos ofrece su amable cercanía. Como dijo Benedicto XVI, “el hombre que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente él mismo”.


ABOGADA DE GRACIA

Hoy nuestro corazón se esponja en la contemplación de la decisión de Dios de ofrecer a la humanidad un rayo de esperanza. Con el prefacio de la misa de esta solemnidad nos gozamos en la limpieza de María:

• “Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente”. Esta mirada al pasado de nuestra historia nos invita a dar gracias por el don de la salvación. A la vista del mal y de la corrupción de este mundo, con frecuencia nos dejamos vencer por el pesimismo.

• “Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad”. Esta mirada a nuestro presente nos hace recobrar la esperanza. Y descubrir los signos de esperanza en nosotros mismos, en los demás y en toda la sociedad.

- “Oh Dios, por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu hijo una digna morada. En previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado. A nosotros concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Amén”.


José-Román Flecha Andrés

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